Península Mitre

¿Estás listo? Vas a volar por los rincones más inhóspitos de Tierra del Fuego hasta el esqueleto del barco Duquesa de Albany y el naufragio del buque Monte Sarmiento.

La aventura comienza cuando remontamos vuelo sobre la Bahía de Ushuaia y nos internamos en el valle del río Olivia. En el viaje hacia la península, sobrevolamos la impactante laguna Esmeralda y los distintos centros de esquí existentes en la zona, entre los que se destaca el del Cerro Castor, el más austral del mundo, insertado en este escenario único. Continuaremos nuestro recorrido adentrándonos aún más en el interior de Tierra del Fuego hasta alcanzar la cabecera del Lago Escondido seguido del Lago Fagnano, considerado uno de los 5 lagos más grandes de Sudamérica. Posteriormente podremos reconocer el Cerro Cornú, una de las montañas de mayor altura de la zona que alcanza los 1490 m.s.n.m., y seguiremos nuestro vuelo con rumbo Este hacia el Océano Atlántico. Durante el camino atravesaremos caudalosos ríos de pesca y extensos campos.

Avanzando en paralelo a la línea costera, hacia la punta Este de la isla, bordeamos largos acantilados y desde el aire vemos estancias ganaderas, como la Irigoyen, donde termina el último camino que llega a la zona. A partir de aquí ya no hay nada ni nadie, salvo el ganado libre y los caballos salvajes.

En dirección sudeste, nos aproximamos a las últimas estribaciones de la Cordillera de los Andes que se hunde en el mar. Ahí divisamos el objetivo central de la travesía: el Duquesa de Albany. Así, aterrizamos en este gélido paraje para apreciar sus restos desperdigados en este escenario feroz como si el naufragio de 1893 hubiese ocurrido ayer.

De regreso hacia Ushuaia, descendemos en la desolada bahía Slogget, donde en 1888 un aventurero rumano descubrió oro e instaló “cosechadoras” que hoy son monstruos mecánicos abandonados. Una vez más, remontamos vuelo y sobre el Canal Beagle divisamos el armatoste del Monte Sarmiento, un barco naufragado en 1912. Desde esta perspectiva única, en la que pareciera que estamos en el comienzo de todo, de a poco reaparecen signos de civilización, como la Estancia Harberton y sus frondosos bosques.

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